
Había una vez un paisano de nombre Jaimito.
Había estado lejos y regreso apenas hace unos días;
desganado, flaco y con pinta de menonita...
como había sido siempre, nada de que espantarse
Recién llegadito fue que comenzaron los problemas.
Arribó a mi casa en una caja de recuerdos...
junto con otras tantas aventuras encerradas en cuerpos pequeños...
Al momento de bajar del transporte una de sus piernas quedó
presa entre dos recuerdos y al quererlo sacar... la pierna se rompió.
En vista de las urgencias tomé camino y fui aplicando primeros auxilios…
desgraciadamente mis manos inexpertas empeoraron las cosas rompiendo la otra pierna.
A unas cuantas cuadras antes de llegar…
por depresión Jaimito se quebró los dos brazos...
Al llegar al lugar frenéticamente me despojé de todo estorbo…
mochila, sudadera, audífonos, celular, etc. etc.
Decididamente tomé pinzas, demás utensilios y lo trate de arreglar...
Lo reparé como pude...
pegando cuidadosamente su cuerpo desmembrado,
como algunos de los recuerdos que lo acompañaban dentro de la caja...
Uní cuidadosamente los miembros útiles dejando a un lado lo que no se pudo salvar...
y al final de la angustia... Jaimito quedó nuevamente en una pieza...
más cuatro medias extremidades fuera de él...
atte. kat
Nota personal: Tanto el cuerpo como los recuerdos pueden curarse, aún así las cosas quedarán un tanto diferentes después de arreglarlas...